viernes, 7 de febrero de 2014

"Solemos aplicarnos prolijamente, empeñarnos, enfurecernos, enojarnos, desequilibrarnos, en intentos de hacer que los demás cambien.

Probamos a convencerlos, a manipularlos, a chantajearlos, a engañarlos, a empujarlos, a seducirlos, a maltratarlos, a comprarlos, en la firme decisión de que dejen de hacer lo que hacen, cambien sus opiniones, hagan lo que queremos, dejen de ser como son...

Inútilmente.

Sólo nos quedaría respetar la libertad de cambio que cada uno tiene. Soltar las apetencias de control, las urgencias por hacer hacer, la energía puesta en señalar a otros lo que tienen que cambiar, el totalitarismo de querer tener la única razón.

Y reconocer y expresar claramente lo que necesitamos, dar a entender lo que buscamos, pedir, reclamar, decir qué preferiríamos... y esperar que los demás escuchen, crean, elijan, hagan.

Ocuparnos de ser nosotros mismos en franca interacción con otros que tienen la misma libertad de ser ellos mismos.

Que custodian, como todos, una puertita al cambio que se abre desde adentro, desde sus ganas, desde sus saberes y no saberes, desde lo que buscan, desde lo que están dispuestos a elegir y a arriesgar…"

Virginia Satir. 






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