viernes, 7 de febrero de 2014

SOBRE DUELOS

También dejar una cosa implica un duelo. DUELO, etimológicamente, está relacionado con dolor; y consiste en la elaboración interna que hago cada vez que me separo de alguien o de algo. Cuánto yo haya querido a este algo o a este alguien, determinará la intensidad y duración del duelo pero NO su existencia.
Siempre hay un duelo por pasar tras una separación. Nuestra educación conspira contra la elaboración y aceptación de duelos.
Recordá los mensajes de nuestros padres y maestros frente a nuestras pérdidas infantiles: "bueno, ya pasó", "basta de llorar", "no era tan importante", "ya vas a tener otro", "no pienses en eso", etc. Tememos el duelo.
El dolor aparece como una terrible amenaza a nuestra integridad. Y entonces nos defendemos...
El intento MÁS COMÚN es NO comprometerme afectivamente con nada ni nadie (o lo menos posible con los menos posibles) en la fantasía de que "si no quiero a nadie ni nada, no me dolerá perder a nada ni a nadie". Te aviso: NO FUNCIONA!!!
No solo porque ese razonamiento 
me impide la vida, el contacto, la intimidad. Sino además porque como dije, el duelo no depende de cuánto yo quiera a lo que se va.
El SEGUNDO intento es más terrible aún, consiste en la velada decisión de NO separarme nunca de NADA!? Así acumulo cosas y relaciones que no finalizan jamás, que no se renuevan, que permanecen estáticas.
Colecciono libros que nunca leo, discos que nunca escucho, cajas y cajas de cartas que me han escrito personas que hace años no contacto, un montón de ropa y objetos en el placard que recuerdan momentos que quiero ETERNIZAR.
La variable sutil de este modelo es tomar distancia de las cosas y de las personas, en lugar de separarme, este modelo es bien conocido por aquellas parejas que no resisten la idea de separarse y tampoco pueden permanecer unidos.
Entonces "dicen" que se separan. El "dicen" entre comillas significa que esto es solo lo aparente. En realidad, se siguen viendo tanto o más que antes; están pendientes de lo que el otro hace, dice, piensa, quiere. Y en muchos casos salen juntos, terminando la noche en una cama.
El objetivo es claro: NO vivir el duelo que implica una separación. Cuando esto sucede así, se produce con el tiempo un vaivén en el que cada vez que uno de los dos intenta comenzar el duelo y separarse, el otro aparece, para recordar, para corregir, para ratificar, y para ABORTAR el duelo.
Por último hay un TERCER mecanismo, para huir de los duelos, que es simplemente "negarlos". Esta situación de pérdida, de separación, de muerte, simplemente NO EXISTE. "Esto que perdí, en algún lugar está y lo voy a encontrar" o... "Él está muy confundido, cuando se tranquilice, volverá a mí", o... "Alguien le está llenando la cabeza, no lo dice en serio", o..."Solo su cuerpo ha muerto, su espíritu sigue conmigo".
En esta última odiosa conducta evitadora, muchas veces mis colegas dan una ayuda a la negación. Lo hacen cuando desvalorizan la pérdida. Lo hacen cuando presionan para abortar el duelo. Y fundamentalmente, lo hacen cuando en medio de un duelo normal, sensato, esperable y sano, medican con antidepresivos a un paciente "para que salga de la crisis".
Estas conductas negadoras postergan el duelo, pero no consiguen evitarlo. 
ME IMPORTA VIVIR CON TODA PLENITUD LOS DUELOS POR MIS PÉRDIDAS, POR MIS CAMBIOS, POR MIS MUERTES.
SI NO ME PUEDO SEPARAR DE AQUELLO QUE HOY NO ESTÁ, NO PODRÉ ENCONTRARME LIBRE PARA VINCULARME CON LO QUE EN ESTE MOMENTO SÍ ESTÁ CONMIGO!

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