miércoles, 12 de febrero de 2014

Los órdenes del amor en la pareja

Hellinger se refiere a los hombres y mujeres adultos como los hijos del padre y las hijas de la madre. El orden del amor entre hombres y mujeres exige para ser adultos una renuncia.
Para que el hombre sea hombre, tiene que renunciar a su madre y acercarse al padre e identificarse con él. La mujer debe dejar al padre y regresar a la madre para identificarse con su género.
Si el hombre se queda en la esfera de la madre será el perfecto amante, el héroe, el salvador, el hombre ideal, pero no un hombre que le dé lugar a su mujer. Este es el hijo de la madre. Y si la mujer se queda en la esfera del padre, será la favorita de los hombres, la gran amiga, la amante ideal, pero no la mujer que le dé el lugar a un hombre. Esta es la hija del padre.
Si hacen pareja el hijo de la madre y la hija del padre, alguno de los dos buscará a la madre o al padre que han dejado, en un amante. Es muy importante hacer conciencia y trabajar por la madurez de cada uno para que la relación se construya y sea estable. El hijo de la madre se entiende bien con la suegra y la hija del padre con el suegro.
Si se supera esta inmadurez, el hijo crece y se convierte en el hijo del padre, la hija crece y se convierte en la hija de la madre, así la relación de pareja será estable.
El hijo del padre se llevará bien con el suegro y la hija de la madre se llevará bien con la suegra, ya que cada uno tiene su lugar y lo ocupa, no hay lucha por los lugares. Somos seres en crecimiento y las relaciones no están dadas porque nos casamos. Vamos cambiando y nuestro compromiso es construir una relación feliz para ambos.
El lugar que ocupo en mi familia de origen me lleva a comportarme de alguna manera: tiendo a repetir esos comportamientos en la relación de pareja y mi pareja se sentirá tal como se sintieron mis padres o mis hermanos conmigo en mi estructura familiar.

DAR Y TOMAR EN LA PAREJA

Recordemos que la relación es de dos, así que solo funciona si existe un equilibrio entre lo que cada uno da al otro. Si uno solo da, se crea un desequilibrio y una tensión que los apremia a buscar la compensación. Solo cuando el otro devuelva algo, la tensión puede cesar. Si este último da un poco más de lo que recibió, se mantiene una tensión buena en la relación, y así se genera un equilibrio.
La felicidad en una relación depende de la medida en que se toma y se da. Un movimiento reducido solo trae ganancias reducidas. Cuánto más extenso sea el intercambio, tanto más profunda será la felicidad.
Si en la relación de pareja uno de los dos es el que da, mientras que el otro tan solo toma, la relación se estanca. En algún momento, uno de los dos ya no soporta el desequilibrio: quien da más, se queja y reprocha, y quien recibe, no ve problema, o se siente en deuda y culpable. Al final quien da demasiado y quien se siente en deuda pueden irse de la relación si no hay otra manera de corregir el desequilibrio.
Así mismo sucede con los sentimientos y experiencias negativas en la relación de pareja. Cuando uno comete una injusticia con el otro, hiriéndolo, ofendiéndolo o irrespetándolo, se desarrolla la misma necesidad de compensación. Quien hirió debe compensar, algo así como ofrecer una forma de reparar, y debe proporcionar algún tipo de satisfacción que, aproximadamente, corresponda a lo que hizo. Así alimenta la relación.
También es correcto exigir la compensación. Para la compensación de un hecho que nos hizo mal, resulta especialmente provechoso exigir algo que le alivie el dolor. Es como quien dice: "sacarse la espina". La acción que se ejecute para equilibrar o en compensación debe ser algo menor a lo que nos hicieron ya que, si es algo más grande, el desequilibrio sigue y se da una escalada de agresión en vez de equilibrarse.
El que perdona generosamente daña la relación, ya que no resuelve la necesidad de compensación de una manera humanamente comprensible. Sucede todo lo contrario a lo que se creería puesto que la persona estaría agravando el desequilibrio. No habría una compensación ya que, por una parte, él es la víctima y, por otra, se pone por encima del otro, perdonándole.

CONSTELAR EL VÍNCULO.

El vínculo de una pareja es un espacio único que se construye desde el primer encuentro de las dos personas, y que va siendo conformado por acuerdos y pactos con respecto a lo que desean y como lo quieren vivir, en donde se acepta y se rechaza el lugar que desea ocupar cada uno, quién hace qué cosa y quién hace la otra. En el espacio de pareja, quedan registradas las frustraciones y las alegrías de cada momento de la historia de la relación de la pareja.

Al constelar la relación de pareja, aparece la dinámica del vínculo y en muchos de los casos se aclara el punto de estancamiento y la fuente que lo originó. Cuando tiene que ver con la proyección de problemas con los padres o con la familia de origen de cada uno, se traen representantes del padre y de la madre de los miembros de la pareja y se colocan detrás de ellos. Los asuntos no solucionados con nuestros padres son proyectados con frecuencia en la relación de pareja. Hijos ocupando el lugar de los padres ante la madre son candidatos a dejar solas a sus parejas. El lugar que ocupan los hijos en la relación de pareja depende de la fluidez del amor en la pareja. A veces se ve claro que algún hijo está en el medio y se ven con claridad los rompimientos vinculares y las alianzas con los hijos. Los rituales de aceptación del otro tal y como es, la solución de los problemas de cada uno con sus padres, así como el reordenamiento de las nuevas familias, son necesarios para salvar los vínculos de pareja cuando aún queda amor entre los dos.

Relaciones acabadas pueden cerrarse a través de rituales de despedida y dejarse en paz de verdad para poder seguir libres en la vida. Fritz Perls, dice: "Yo hago lo mío y tú haces lo tuyo. No estoy en el mundo para satisfacer tus expectativas y no estás en este mundo para satisfacer las mías. Tú eres tú y yo soy yo, y si por casualidad nos encontramos, será hermoso, si no, no hay nada que hacer".

Es común encontrar relaciones simbióticas y dependientes en donde la violencia, los gritos y las amenazas son la única forma aprendida para rescatar un poco la diferenciación e intentar manejar la angustia de disolverse en la relación con el otro.
Frases como las siguientes ayudan a hacer conciencia de esto:

* "Te odio porque me muestras el que soy y no quiero ver".

* "Cuando no siento tu amor, no es porque no me ames, es porque te dejo la responsabilidad de hacerme conocer el amor que debo sentir por mí".

* "Creo ser mejor que tú y así desconocer que tu amor es diferente al mío. Nunca te he visto".

* "Al no ser capaz de encontrar mi propio amor, he buscado las formas de que me mantengas ocupado/a con la posibilidad de la venganza y no del amor".

* "Te engaño con complacencias pues sé que así aseguro tu amor y no mi muerte".

* "Rechazo todo lo que haces para que me dejes antes de yo sentir todo el amor hacia ti, que me duele tanto".

* "Tú eres lo que más quiero porque no sé quien soy yo".

* "Vivo por ti para no conocerme".

* "Sería horrible la verdad al final: que solo me tengo a mí y lo que he sembrado".

Cuando mi pareja ve que no es por falta de amor los errores que cometo, sino por mis propios sufrimientos del pasado, puede aceptarme como un ser real.
Si veo con claridad que con historias diferentes los dos tenemos la herida en el mismo lugar de nuestro corazón, puedo comprender su comportamiento y aceptar que no es contra mí lo que el otro hace mal y me duele. La herida hace referencia a situaciones vividas en el seno de nuestra familia que hemos interpretado como desamor de nuestros padres y hermanos.

¿CÓMO HACER QUE NUESTRA RELACIÓN DE PAREJA SEA UN LOGRO?

TRES REGLAS SENCILLAS:

1- SOLTERO O SOLTERA: Primero tus padres.

2- CASADO O CASADA: Primero tu pareja, en segundo lugar tus padres.

3- CASADO O CASADA CON HIJOS: Primero tu pareja, en segundo lugar tus hijos, en tercer lugar tus padres.

Si cambias el orden en cualquiera de los puntos…probablemente tendrás una vejez solitaria.

TRES COSAS SE NECESITAN:

1- LA RELACIÓN SEXUAL: Es esencial, pues sólo a través de la relación sexual se continúa la vida. Aquí se condensan el amor y la vida. Es la culminación de nuestro desarrollo. En el amor que se expresa en ella y en el instinto que conduce a ella actúa la fuerza más poderosa que conocemos, es propiamente la fuerza vital, la fuerza espiritual, la máxima fuerza, la fuerza más semejante a Dios. En ella se manifiesta más tangiblemente lo más grande del mundo, lo divino. Para la relación de pareja se necesita en primer lugar que se logre el amor sexual.

2- EL AMOR DEL CORAZÓN: El amor sexual se logra mejor si procede del amor del corazón, cuando el amor sexual es también una consumación del amor del corazón.

3- LA VIDA EN COMÚN: Es un bien muy elevado, a la vida en común hay que aprenderla y conseguirla.

Cuando se juntan estas tres cosas con todo lo que forma parte de ello, el intercambio, la ayuda mutua, el apoyo, entonces crecemos en la relación de pareja.

Cada una es importante por sí misma y ninguna puede sustituir a las otras.











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